-Buenos días, Gazzy,- yo dije al parpadeando-pesadamente-con ocho-años que se desplomo sobre la mesa. Le acaricie la espalda y deje caer un beso en su cabeza. Había sido el Gasman desde que era un bebe. ¿Que puedo decir? el niño tiene algo funky en su sistema digestivo. Una palabra para los sabios: mantenerse contra el viento.
El Gasman pestaño hacia mí, sus hermosos ojos azules recorriéndome con confianza -¿Que hay para desayunar?- él pregunto, sentado. Su fino cabello rubio atascado en toda su cabeza, me recordó a un pajarito que comienza a tener sus plumas.
-Um, es una sorpresa-dije, ya que no tenía ni idea.
-voy a darte jugo- me ofreció el Gasman, y mi corazón se lleno. Era un dulce, dulce niño, al igual que su pequeña hermana. El y Angel de solo seis años eran los únicos hermanos de sangre entre nosotros, pero todos éramos familia de todos modos.
De pronto Iggy, alto y pálido, se encorvo al entrar en la cocina. Con los ojos cerrados, se tiró en nuestro destartalado sofá cayendo con gran puntería. La única vez que tiene problemas para ser ciego es cuando alguno de nosotros lo olvida y corremos algún mueble o algo.
-Hey, Ig, levantado y brillante- le dije
-Muérdeme- me contestó somnoliento.
-Bien- dije-"miss desayuno"-.
Busque en la heladera con ingenua esperanza, tal vez las hadas trajeran comida, cuando un escozor en mi cuello llego por de tras mío. Me enderece rápidamente y gire.
-¿Puedes dejar de hacer eso?-dije.
Fang siempre aparecía silenciosamente, de la nada, como una sombra oscura regresando a la vida. Él me Sobrevaluo calmado, preparado y alerta, con su oscuro, y demasiado largos cabellos peinados hacia atrás. Es cuatro meses menor que yo pero cuatro pulgadas más alto. -¿Dejar que?-pregunto con calma -¿De respirar?-
Gire mis ojos.-Tú sabes que-.
Con un gruñido, Iggy se levantó-Voy a hacer los huevos,- anunció. Supongo que si yo fuera más formal, me molestaría que un hombre ciego seis meses menor que yo cocinara mejor de lo que yo lo hago. Pero no lo soy. Así que no lo hice.
Inspeccione la cocina. El desayuno estaba en camino.- ¿Fang? puedes poner la mesa. Voy a buscar a Nudge y Angel.-
Las dos niñas compartían el último pequeño cuarto. Empuje la puerta abriéndose para encontrar a Nudge de once años dormida, enredada en los cobertores. Ella apenas era reconocible con su boca cerrada, pensé irónicamente. Cuando ella estaba despierta, la llamábamos el canal Nudge: todo Nudge, todo el tiempo.
-Hey, cariño, levántate y alístate- le dije, sacudiendo suavemente su hombro.-El desayuno está en diez.-
Nudge pestaño, sus ojos marrones luchaban por concentrarse en mi. – ¿Como?-murmuro
-Otro día,- le dije.-levántate y enfréntalo-
Gruñendo, Nudge hizo una bola pero técnicamente en posición vertical.
Al otro lado de la habitación, en una fina cortina oculta en una esquina. Angel siempre le gustaron los pequeños espacios acogedores. Su cama, escondida detrás de la cortina, era como-un nido lleno de animales de peluche, libros y la mayoría de su ropa. Sonreí y corrí la cortina.
-Hey, ya estas vestida,-le dije, inclinándome para abrazarla.
-Hola, Max- dijo Angel, sacando sus rubios rizos de su cuello -¿Puedes abrochar mis botones?-
-Sip.- me gire a su alrededor y comencé a hacerlo por ella.
Yo nunca se los dije a los demás, pero yo solo amaba, amaba, amaba a Angel. Tal vez porque la he cuidado desde que prácticamente era un bebé. Tal vez porque ella era increíblemente dulce y cariñosa.
-Tal vez es porque soy tu pequeña niña-dijo Angel, dando la vuelta para mirarme.-Pero no te preocupes, Max. No voy a decírselo a nadie. Por otra parte, yo también te amo demasiado.- ella estiró sus flaquitos brazos alrededor de mi cuello y planto un pegajoso beso en mi mejilla. La abrase por la espalda, fuertemente. Oh, si -eso era otra "cosa" especial de Angel.
Podía leer las mentes.
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