16 sept 2009

Encantada


Capitulo 2

Traducción Galatea


La multitud entró en pánico.

Todo sucedió de golpe; Thea no pudo discernir las diferentes impresiones. La mitad de la gente que había ante ella se fue corriendo. La otra mitad gritaba.


- Llamad al 9-1-1


- Ha cogido a Eric…


- ¡Te dije que la mataras!


El chico pelirrojo estaba avanzando con el palo. Otros chicos estaban a su alrededor, buscando rocas. El grupo se había convertido en una multitud enfurecida.


La serpiente se agitaba violentamente, emitiendo un terrible siseo. Estaba lista para atacar de nuevo – y no había nada que Thea pudiera hacer.


- ¡Hey! - Una voz la sorprendió. Venía de Eric, el chico que había sido mordido. - Tranquilidad, chicos. Josh, dame eso.- Le estaba hablando al pelirrojo que tenía la rama. - No me ha mordido. Ha sido solo un golpe.


Thea le miró. ¿Acaso este chico estaba loco?


Pero la gente le escuchaba. Una chica con pantalones anchos y un top se dejó de coger una roca.


- Dejad que yo me ocupe… Para poderla llevar a los matorrales donde no le hará daño a nadie.


Definitivamente loco. Estaba hablando tan seguro de sí mismo, de una manera tan razonable e iba a tratar de coger la serpiente con el palo. Alguien tenía que hacer algo rápido.


Vio un atisbo de pelo de color rubí entre la multitud. Blaise estaba entre ellos, mirando con los labios abiertos. Thea tomó su decisión.

Fue hacia la serpiente.


Estaba mirando el palo. Thea captó su mente antes de coger su cuerpo – lo que la mantuvo inmóvil el tiempo necesario para poder cogerla por detrás de la cabeza. La sostuvo mientras sus mandíbulas se abrían y su cuerpo se movía.


- Coge la cola y saquémosla de aquí. -Le dijo casi sin aliento a Eric, el chico loco.



Eric la miraba sostener la serpiente, estupefacto “Por Dios. No la sueltes. Se puede mover en cualquier momento.”

- Lo sé. ¡Cógela!


La cogió de la cola. La multitud se apartó mientras Thea sostenía la cabeza de la serpiente firmemente. Blaise no se fue corriendo, solo miró a la serpiente como si oliera mal.


- Necesito esto. - Thea susurró bruscamente al pasar junto a su prima. Cogió el colgante de Blaise con su mano libre. La frágil cadena de oro se rompió y los dedos de Thea se cerraron sobre una piedra.



Entonces se fue hacia los arbustos, con el peso de la serpiente sobre su brazo.

Andaba rápido, porque Eric no tenía mucho tiempo. El terreno que había detrás de la escuela hacía una cuesta arriba y luego hacia abajo, haciéndose más salvaje y más gris y marrón. Cuando los edificios estaban fuera de la vista, Thea se detuvo.

- Este es un buen lugar. - Dijo Eric. Su voz estaba tensa.

Thea miró hacia detrás y vio su cara pálida. Valiente y muy, muy loca, pensó. - Vale, la soltamos a la de tres, -Sacudió la cabeza- tírala fuera y retrocede rápido.

Asintió y contó con ella. - Uno… dos… tres.

Con una ligera oscilación, ambos la soltaron. La serpiente voló haciendo un elegante arco y aterrizó cerca de un matorral de salvia púrpura. Se adentró inmediatamente en el matorral sin mostrar el más mínimo indicio de gratitud. Thea sintió su frescor y su mente retroceder, mientras pensaba, ese olor… la sombra… la seguridad.

Dejó salir el aire sin darse cuenta de que lo había estado reteniendo. Detrás de ella, escuchó a Eric sentarse abruptamente. - Bueno, eso es todo. - Su respiración era rápida e irregular. - Ahora, ¿Podría pedirte un favor?

Él estaba sentado con sus largas piernas hacia fuera, su piel incluso más pálida que antes. El sudor sobre su labio superior.

- Sabes, no estoy realmente seguro de que no me haya mordido. - dijo.

Thea sabía - y sabía que Eric sabía – que así era. La cascabel a veces atacaban sin morder, y algunas veces mordían sin inyectar veneno. Pero no esta vez. Lo que ella no podía creer era la atención que un humano no se preocupara por una serpiente como para una mordedura sin tratar.


- Déjame ver tu pierna. - dijo.

- En realidad, creo que tal vez lo mejor sea llamar a los paramédicos.

- Por favor, déjame verlo.- Ella mantuvo su voz suave, de rodillas ante él, acercándose lentamente. La forma en que se acercaría a un animal con miedo. Se quedó inmóvil, dejando que enrollarla sus jeans en su pierna.

Allí estaba, la pequeña herida doble sobre la piel bronceada. No mucha sangre. Sin embargo, ya estaba hinchada. Incluso si ella corriera a la escuela, incluso si la velocidad de todos los paramédicos quebrantara la ley, no sería lo suficientemente rápido. Claro que podrían salvar su vida, pero su pierna estaría hinchada como un chorizo y púrpura y pasaría días de dolor increíble.

Excepto que Thea tenía en sus manos una piedra de Isis. De un rojo profundo, cornalina, con un escarabajo grabado, símbolo de la reina egipcia, Isis. Los antiguos egipcios habían puesto las piedras a los pies de las momias; Blaise lo utilizaba para aumentar la pasión. Pero también era el más potente purificador de sangre que existía.

Eric gruño de repente. Su brazo sobre sus ojos, Thea sabía lo que debía sentir. Debilidad, náuseas, desorientación. Ella sentía lástima por él, pero su confusión en realidad trabajaba en su ventaja.

Presionó con la mano las heridas, con la piedra oculta entre sus dedos bien cerrados. Entonces ella comenzó a tararear bajo su aliento, visualizando de lo que ella quería que pasara. Lo que pasaba con las gemas es que no trabajaban por cuenta propia. Eran sólo un medio de aumentar el poder psíquico, centrándose, y dirigirlo a un determinado fin.

Encontrar el veneno, rodearlo, disiparlo. Depurarlo y eliminarlo. Luego, animar a las defensas naturales del cuerpo. Por último, aliviar la hinchazón y el enrojecimiento, enviando la sangre de vuelta a donde pertenecía.

Mientras ella se arrodilló allí, sintiendo el sol en la parte posterior de su cabeza, de repente se dio cuenta de que ella nunca había hecho esto antes. Que había sanado animales - intoxicación por sapo en cachorros y gatos con mordeduras de araña, pero nunca con una persona. Era gracioso como ella había sabido instintivamente que podía hacerlo. Casi sentía que tenía que hacerlo.


Se sentó sobre sus talones, guardando la piedra roja. - ¿Cómo te sientes?

- ¿Eh? - Apartó el brazo de sus ojos. - Lo siento, creo que me he desmayado por un minuto.

Bien, Thea pensó. - Pero, ¿cómo te sientes ahora?


Él la miró como si estuviera luchando bajo la presión de ser suave. Le iba a explicar a ella que las personas que son mordidas por serpientes de cascabel enferman. Pero luego su expresión cambió. - Me siento... Es raro… creo que quizás se ha adormecido.- Él miró con dudas su pantorrilla.

- No, has tenido suerte. No te ha mordido.

- ¿Qué? - Él se movió para levantar sus vaqueros de su pierna. Luego, sólo miraba.

La carne era suave y sin marcas, con sólo un mínimo rastro de enrojecimiento. - Yo estaba seguro de...

Levantó los ojos hacia ella.

Era la primera vez que Thea tenía realmente la oportunidad de verle. Él era un hombre de aspecto agradable, magro y de pelo de color arena y con cara dulce. Piernas largas. Y los ojos… verde profundo con manchas de color gris. Justo ahora ambos estaban intensos y desconcertados, al igual que los ojos de un niño asustado.

- ¿Cómo has hecho eso? - dijo.

Thea se quedó sin palabras.

No debería haber respondido de esa manera. ¿Qué estaba mal con él? Cuando pudo hablar de nuevo, dijo - Yo no hice nada.

- Sí, lo has hecho. - dijo, y ahora sus ojos eran claros y directos, llenos de una extraña convicción. De repente cambió su expresión a algo como duda. - Tú.... Hay algo diferente en ti.

Se inclinó hacia adelante lentamente, como si estuviera en trance. Y, a continuación… Thea experimentó una extraña dualidad. Estaba acostumbrada a verse a sí misma a través de los ojos de los animales: un grande y calva criatura, con piel falsa… Pero ahora ella se vio a sí misma como Eric la veía. Una niña de rodillas con el cabello suelto de color amarillo sobre sus hombros suaves y con ojos marrones. Una cara que era demasiado suave, con una expresión muy preocupada.

- Eres… Hermosa. - dijo Eric, todavía con dudas. - Nunca he visto a nadie… Pero es como si hubiera una neblina a tu alrededor. Eres tan misteriosa...

Una gran quietud parecía rodear el desierto. El corazón de Thea golpeaba tan fuerte que sacudía su cuerpo. ¿Qué estaba ocurriendo?

- Es como si todo fueras parte de todo. -dijo en ese sabio tono de voz infantil- Perteneces a esto. Y hay tanta paz....


- No. - dijo Thea. No había paz e en ella. Ella estaba aterrorizada. Ella no sabía lo que estaba pasando, pero sabía que tenía que escapar.

- No te vayas. -dijo, cuando ella se movió. Tenía la expresión de un cachorro con el corazón roto.

Y entonces... se acercó a ella. No bruscamente. Sus dedos no se cerraron sobre su muñeca. Sólo rozaron la parte de atrás de su mano, alejándose cuando se estremeció.

Pero no importaba. Un simple roce le había puesto todos los pelos del antebrazo de Thea de punta. Y cuando miró de nuevo a los moteados ojos de color gris-verde, supo que él sentía lo mismo.

Una especie de dulce rasguño, un vertiginoso regocijo. Y una conexión. Como si hubiera algo más profundo que comunicarse con palabras.

Te conozco. Veo lo que ves….

Casi sin saber lo que estaba haciendo, Thea levantó la mano. Con los dedos un un poco extendidos, como si fuera a tocar un espejo o un fantasma. Él acercó a su mano también. Estaban mirándose el uno al otro.

Y entonces, justo antes de los dedos se tocaran, Thea sintió una sacudida de pánico como agua helada.

¿Qué estaba haciendo? ¿Ella había perdido la cabeza?

De repente todo estaba claro - demasiado claro. Su futuro se extendía ante de ella, cada detalle claro. Muerte por romper las normas del Mundo de la Noche. En el centro de la Cámara Circular, tratando de explicar que no había querido traicionar sus secretos, que no quería… intimar con un ser humano. Que todo era un error, un momento de estupidez, ya que había querido curarlo. Y a ellos llevándole la Copa de La Muerte de todos modos.


La visión era tan clara que parecía ser una profecía. Thea saltó como si el terreno se hubiera derrumbado debajo de ella, y ella hizo lo único que podía pensar en hacer.

Fijo mordazmente: - ¿Estás loco? ¿O es sólo que tu cerebro se ha sobrecalentado o algo así?

Puso la misma mirada afectada.

Él es un ser humano. Uno de ellos, Thea se recordó a sí misma. Puso aún más desprecio en su voz. - Que soy parte de todo, que hice algo a tu pierna… Sí, seguro. Apuesto a que crees en Santa Claus también.


Ahora se veía sorprendido - e incierto. Thea fue hacia el golpe de gracia. - ¿O tratas simplemente de conquistarme?

- ¿Eh? No. - dijo. Parpadeó y miró a su alrededor. El desierto era el desierto ordinario, de color gris-verde y seco y plano. Luego, miró su pierna. Parpadeó de nuevo, como si consiguiera así un nuevo acceso a la realidad. - Yo… mira, lo siento si te molesta. No sé lo que me pasa.

De repente sonrió avergonzado. - Quizás estoy raro por el miedo. Creo que no soy tan valiente como pensaba.

El alivio recorrió a Thea. Se lo creía. Gracias a Isis que los seres humanos eran más estúpidos que los pollos.

- Y no estaba tratando de conquistarte. Solo… -Se detuvo- Ya sabes, yo ni siquiera sé tu nombre.

- Thea Harman.

- Soy Eric Ross. Eres nueva aquí, ¿no?

- Sí. - Dejar de hablar y vete, se ordenó a ella misma.
- Si quieres que te enseñe todo esto… Quiero decir, me gustaría verte de nuevo…

- No. - dijo Thea secamente... Ella habría deseado que mantuviera los monosílabos, pero quería aplastar su nueva idea por completo. - No quiero verte. - dijo, demasiado cansada para pensar en una manera más sutil de decirlo.

Y luego se giró y se alejó. ¿Qué más tenía que hacer? Ella ciertamente no podía hablar con él. Aunque siempre se preguntaría por qué había sido lo suficientemente loca para preocuparse acerca de la serpiente. De ahora en adelante tendría que permanecer lo más lejos posible de él.

Ella se apresuró a la escuela - y se dio cuenta de inmediato de que era tarde. El parking estaba tranquilo. Nadie estaba caminando fuera de los edificios de adobe.

En mi primer día, Thea pensó. Su mochila estaba en el suelo donde había caído, un bloc de notas situado al lado de él en el asfalto. Ella atrapó los dos y corrió a la oficina.

Fue en clase de física, después de que ella hubiera entregado su hoja de admisión al profesor y se fuera atravesando las filas de curiosos ojos hacia un asiento vacío en la parte de atrás, cuando se dio cuenta de que el cuaderno no era suyo.


Lo abrió por una página que decía “Introducción a los gusanos planos” estaba escrito en tinta azul inclinada. A continuación algunas fotos etiquetadas Clase Turbellaria y Clase Trematoda. Los gusanos bellamente dibujados, con su sistema nervioso y los órganos reproductores resaltados en diferentes colores, pero el artista también les habían puesto una gran y ridícula sonrisa. Grotesco, pero adorable de una extraña manera. Thea volteó la página y vio otro dibujo, el ciclo de vida de la tenia del cerdo.


Yum.

Ella ojeó las primeras hojas del cuaderno. Eric Ross, Zoología I.

Ella cerró el cuaderno.

¿Cómo se lo iba a devolver ahora?

Parte de su mente estaba preocupada por esto durante física y la siguiente clase, aplicaciones informáticas. Parte de ella hizo lo que siempre hacía en una nueva escuela, o en cualquier nuevo encuentro con seres humanos: los miraba y catalogaba, alerta ante el peligro, averiguando cómo encajar bien. Y parte de ella simplemente decía que no sabía que había una clase de zoología aquí.

La única pregunta que no quería hacerse a ella misma era lo que había ocurrido allá en el desierto. Cuando surgió la idea, la empujó lejos bruscamente. Debe de haber tenido algo que ver con sus sentidos después de estar demasiado abierta con la fusión de la serpiente.

De todos modos, no significaba nada. Había sido un extraño golpe de suerte único.

En el vestíbulo principal durante el descanso, Blaise llegó corriendo hasta ella, rápida como una leona a pesar de los tacones altos.

- ¿Cómo va? - Thea dijo, Blaise la arrastró hasta un aula temporalmente vacía .

Blaise extendió su mano. Thea rebuscó en su bolsillo la piedra.

- Has arruinado la cadena, sabes.- Dijo Blaise mientras se sacudía de nuevo el pelo y examinaba los posibles daños en la piedra. - Y es una que yo diseñé.

- Lo siento. Yo tenía prisa.

- ¿Ah sí? ¿Y por qué? ¿Qué querías hacer con ella?” Blaise no esperó una respuesta.

- Curaste a ese muchacho, ¿no? Yo sabía que tenía una mordedura. Pero era humano.

- Adoración por la vida, ¿Recuerdas?- Thea dijo- Y no dañas a nadie. Haz lo que quieras. - Ella dijo con poca convicción.

- Esto no se refiere a los seres humanos. ¿Y qué cree él?

- Nada. No sabía que le estaba curando, ni siquiera se dio cuenta de que le había mordido. - No era exactamente una mentira.


Blaise la miró con los ojos grises sospechosas. Entonces ella miró al cielo y sacudió su cabeza. - Ahora, si lo has utilizado para calentar su sangre, lo entiendo. Sin embargo, tal vez estabas haciendo un poco de eso también…

- No, yo no.- dijo Thea. Y a pesar de que aumentó el calor en sus mejillas, su voz era fría y fuerte. El horror de la visión de la muerte aún estaba con ella. - De hecho, no quiero verlo de nuevo. -Siguió cansinamente.- Y le dije eso, pero tengo su estúpido cuaderno, y no sé qué hacer con él. - Sacó el bloc de notas ante la cara de Blaise.

- Oh. - Blaise lo consideró, con la cabeza a un lado. - Bueno... Voy a dárselo en tu lugar. Le encontraré de alguna forma.

- ¿Lo harías? -Thea se asombró- Eso es realmente amable.

- Sí, lo es. - dijo Blaise. Tomó el cuaderno, manipulándolo con cuidado, como si sus uñas estuvieran recién pintadas. - Bueno, lo mejor será que vaya a mi siguiente clase. Álgebra. -hizo una mueca- Adiós.

Las sospechas arremetieron contra Thea al ver como se iba.

Blaise no era por lo general muy flexible. Y ese “Adiós” …demasiado dulce. Tramaba algo.
Thea siguió la camiseta rubí de Blaise, mientras Blaise recorría el pasillo principal, entonces sin dudar se giró hacia un pasillo con casilleros. Allí, buscando en uno de los casilleros, había una silueta con piernas largas y de cabello de color arena.

El seguimiento más rápido que había visto nunca, Thea pensó amargamente. Ella miró detrás de una puerta de un armario de color azul Mediterráneo.

Blaise caminaba hacia Eric muy lentamente, con las caderas oscilantes. Puso una mano sobre su espalda.

Eric saltó ligeramente, y luego se giró.

Blaise se quedó allí de pie.

Eso es todo lo que necesitaba hacer. Blaise atraía a los chicos solo por existir. Era el glorioso cabello oscuro, los ojos ardientes grises… Además de una silueta que podría detener el tráfico de la autopista. Abundancia de curvas, y la ropa que hacía hincapié en cada una de ellas. Para otra chica podría haber sido demasiado, pero en Blaise era simplemente impresionante. Los chicos que pensaban que les gustaban las chicas de look abandonado dejaban todo para seguirla igual que los chicos que pensaban que les gustaban las rubias.

Eric parpadeó, viéndose abrumado ya. No parecía saber qué decir.


Cosa que no era inusual. Los chicos siempre eran tímidos en torno a Blaise.

-Soy Blaise Harman.- La voz era baja y líquida. - ¿Y tú eres… Eric?

Eric asintió, seguía parpadeando.

Sí, él está aturdido por completo, Thea pensó. El idiota. Estaba sorprendida por su propia vehemencia.

- Bien, porque no quiero dar con la persona equivocada- . Blaise sacó el bloc de notas de detrás su espalda como un mago.

- Oh, ¿De dónde lo has sacado? -Eric parecía aliviado y agradecido.- He estado buscándolo por todas partes.

- Mi prima me lo dio.- dijo Blaise descuidadamente. Sujetó el bloc de notas mientras trataba de cogerlo, y sus dedos se rozaron. - Espera. Me debes algo por devolvértelo, ¿No?

Su voz era un ronroneo. Thea ahora sabía, sin duda, lo que iba a suceder.

Eric estaba condenado.

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